Mantener la hidratación en verano

Estos días estamos asistiendo a la primera de las olas de calor del verano. Las altas temperaturas y la exposición prolongada al sol pueden ocasionar problemas de salud graves por lo que mantener una buena hidratación es muy importante. No beber la cantidad de agua que el cuerpo necesita puede derivar en síntomas de deshidratación que van desde cansancio, dolor de cabeza o piel seca hasta sufrir un golpe de calor. ¿Por qué ocurre esto?, ¿cómo podemos mejorar nuestra adherencia a una correcta hidratación? Nuestro dietista Ángel Aranda López nos ofrece unas claves muy útiles, pero primero, respondamos a una importante cuestión:

¿Qué dificulta la hidratación en verano?

Aunque el calor aumenta la pérdida de líquidos por sudoración, no siempre respondemos adecuadamente a las necesidades de nuestro cuerpo. Algunas de las razones más comunes por las que descuidamos la hidratación incluyen:

  • Sustituir el agua por refrescos o alcohol: Estas bebidas, lejos de hidratar, pueden tener un efecto diurético o contener azúcar y aditivos que no benefician al organismo.
  • Beber solo cuando se tiene sed: La sed es una señal tardía de deshidratación. Esperar a sentirla ya implica que el cuerpo está necesitando agua con urgencia.
  • Falta de conciencia sobre la pérdida de líquidos: Muchas personas no son del todo conscientes de cuánto líquido se pierde con el sudor, especialmente al hacer ejercicio o estar al aire libre.
  • Ausencia de una rutina de hidratación: No tener el hábito de beber agua regularmente puede hacer que lo olvidemos con facilidad.
  • La percepción de que el agua «no sabe a nada»: Este motivo subjetivo lleva a muchas personas a no disfrutar del agua y, por tanto, a no consumirla en cantidad suficiente.

¿Cómo mejorar la adherencia a una buena hidratación?

La buena noticia es que hay formas sencillas y prácticas de incorporar el hábito de beber agua a lo largo del día. Aquí te dejamos algunas estrategias:

  • Recuerda que no todos necesitan exactamente dos litros al día: La cantidad ideal depende de factores como la edad, la actividad física, el clima o las condiciones de salud. Lo importante es escuchar a tu cuerpo y prestar atención a las señales.
  • Agrega sabor natural al agua: Si te cuesta beber agua sola, puedes añadirle rodajas de limón, naranja, pepino, menta o incluso frutos rojos. No solo le dará un toque fresco y agradable, sino que también te motivará a beber más.
  • Divide el consumo en momentos clave del día: En lugar de intentar beber grandes cantidades de una vez, marca pequeñas metas. Por ejemplo, un vaso de agua al levantarte, otro a media mañana, uno antes de las comidas y otro antes de dormir.
  • Aprende a identificar los signos de deshidratación: Estar atento a síntomas como cansancio inexplicable, dolor de cabeza, piel seca, boca pastosa o incluso cambios en el color de la orina puede ayudarte a actuar antes de que el problema avance.

Mantenernos hidratados en verano no tiene por qué ser complicado. Con pequeños cambios de hábito y una mayor conciencia sobre las necesidades reales del cuerpo, es posible disfrutar del verano sin poner en riesgo nuestra salud. ¡No esperes a tener sed para cuidar tu bienestar!